La guerra relámpago se empantanó


Washington, mar 2008(PL) Al cumplirse cinco años de la invasión anglo-estadounidense a Iraq, más de 150 mil soldados norteamericanos permanecen en el país árabe con una misión que, paradójicamente, su presidente George W. Bush dio por cumplida hace casi un lustro.

El próximo 1 de mayo habrán transcurrido también cinco años del teatral aterrizaje en el portaaviones Abraham Lincoln de un avión S-3 Viking, a bordo del cual viajó Bush para anunciar a toda voz lo que consideró el epílogo de la agresión armada.

"Mission Accomplished" (misión cumplida), rezaba una gran pancarta ubicada en la cubierta de la nave, frase que el gobernante acuñó al etiquetar de terminadas las principales acciones combativas en Iraq.

El portaaviones Lincoln estaba fondeado frente a las costas de San Diego, California, muy lejos del teatro de operaciones militares de Asia Central, distancia que quizás no le permitió al presidente tener una apreciación real de lo que sucedería en Iraq en el futuro.

Bush llegó a la pista del navío vestido de aviador en un S-3, el cual en realidad no piloteó. La aeronave, que a partir de ese día se convirtió en el primer "Navy One", fue conducida por el oficial Skip "Loose" Lussier.

El S-3 quedó en exhibición en el Museo Nacional de la Aviación Naval en Pensacola, Florida, el 17 de julio de 2003, donde reposa como el único avión de la Marina utilizado por Bush, pero también como recuerdo de un fatídico día de vaticinios para el gobernante.

De haber finalizado realmente las principales acciones combativas, el grueso de las tropas invasoras ya debía estar en casa.

Casi un lustro transcurrió desde la escena montada en la pista del Lincoln, sin embargo, brigadas de soldados completas permanecen desplegadas en Iraq sin saber aún cuando emprenderán el viaje de retorno definitivo. Desde que comenzó la invasión, tres mil 990 militares estadounidenses murieron en el país ocupado, la inmensa mayoría como consecuencia de acciones de la insurgencia.

Del total de bajas fatales, tres mil 746 ocurrieron después de que el mandatario diera por cumplida la misión.

En enero de 2006, Bush dijo que reduciría de 17 a 15 las brigadas de combate en Iraq, pero no excluyó "ulteriores posibles ajustes" y cambios en la composición de las fuerzas, en sintonía con la apreciación de los comandantes en el terreno y no en "un calendario político artificial".

El plan preveía disminuir a 100 mil los efectivos, pero el curso de los acontecimientos en ese país del Golfo Pérsico le jugó una mala pasada al gobernante y la contraorden no se hizo esperar. En lugar de un repliegue, el memorando de la Casa Blanca lo que dictaminó fue el envío de refuerzos.

La fuerza multinacional encabezada por Estados Unidos debería cesar su mandato en suelo iraquí el 31 de diciembre de este año, a tono con la resolución 1.723 del Consejo de Seguridad de la ONU, rubricada en noviembre de 2006.

Empero, Bush reconoció en febrero último que su país pretende mantener las tropas en Iraq durante años, aunque se negó a admitir que aspire a establecer bases permanentes en esa nación.

"Estoy convencido de que es de nuestro interés y del interés del pueblo iraquí encontrar un acuerdo sobre la forma en la cual podamos actuar en los años venideros", comentó el mandatario a la televisora Fox News.

Lo cierto es que el proyecto inicial de guerra relámpago se esfumó y, con ella, los mínimos costos financieros estimados por los estrategas del Pentágono y prometidos al Congreso y a la ciudadanía por el presidente.

Al acercarse el quinto aniversario de la agresión armada a Iraq, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz consideró necesario hacer un balance del dinero de los contribuyentes norteamericanos gastado en la guerra en la nación árabe.

Stiglitz calculó en tres millones de millones de dólares el costo de la embestida bélica, aunque calificó de valoración conservadora el monto apreciado, luego que el descontrol financiero del Departamento de Defensa imposibilitó llegar a números más exactos.

De cualquier manera, se trata de un desperdicio de recursos, suficientes para resolver los problemas sociales de Estados Unidos por medio siglo, aseguró el académico, quien fuera consejero económico durante la administración del presidente William Clinton.

Entre los daños universales vinculados al conflicto, Stiglitz señaló el alza en el precio del barril de petróleo, que en días recientes llegó a los 112 dólares y amenaza con seguir ascendiendo.

La cifra es cuatro veces superior a la cotización del crudo en marzo de 2003, cuando Bush dio la orden de atacar a Iraq.

Casi dos períodos en la oficina oval no resultaron suficientes al gobernante para dejar atrás la pesadilla iraquí, que a toda luz propagará ecos de insomnio en la alcoba del próximo presidente, ya sea republicano o demócrata.

Consciente de las inquietudes que esa prolongada guerra genera en el electorado, el candidato del partido oficial, John McCain, viajó a Iraq esta semana con la evidente intención de apreciar de primera mano la situación en ese país.

McCain llegó a Bagdad poco después de haber declarado en Washington que no le molestaría que fuerzas del Pentágono permanecieran en la nación del Golfo Pérsico durante 100 años.

"Hemos estado en Japón por 60 años. Hemos estado en Corea del Sur por 50 años más o menos… Mientras que los estadounidenses no resulten heridos o sean perjudicados o asesinados, a mi no me molestaría", indicó el senador.

Una encuesta realizada por la televisora CNN y el centro Opinion Research arrojó que si las elecciones fueran ahora, McCain perdería ante el candidato demócrata, tanto frente a Hillary Clinton como a Barack Obama.

Otro estudio reciente del diario The Washington Post y la cadena ABC News mostró resultados similares, al asociar los votantes la imagen de McCain a la del presidente Bush y, por consiguiente, a la guerra en Iraq.

Según el sondeo, dos tercios de los estadounidenses rechazan la manera en que el gobernante desempeñó su cometido y la mayoría afirma que no valió la pena invadir al país árabe, que fallidos vaticinios de un presidente extranjero condenaron a permanecer ocupado por tropas foráneas.

jf/et

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