Omar Nasiri: "Con Al Qaeda viví la mejor etapa de mi vida"


ANTONIO BAQUERO
MADRID
Omar Nasiri no se llama Omar Nasiri. Es una identidad falsa destinada a protegerle. Al Qaeda ha puesto precio a su cabeza. Por esa misma razón, está prohibido hacerle fotos. Toda precaución es poca para un marroquí criado en Bélgica que se infiltró en los campos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán como espía para los servicios secretos franceses. Estos, tras utilizarle, le dejaron tirado. Ahora, Nasiri cuenta el interior del universo terrorista en su libro Mi vida en Al Qaeda (Ediciones El Andén), una vibrante biografía que descubre la esencia de la amenaza extremista.

--¿Qué significa la yihad para los terroristas?
--Significa la liberación de todas las tierras musulmanas. Pero eso es empezar por el final. ¿Me permite empezar por el principio?

--Adelante...
--Para los musulmanes, la religión es algo importantísimo. Todos los kamikazes, sean marroquís, chechenos o tayikos, actúan empujados por la misma fuerza espiritual. Puedes fumar hachís, beber alcohol o ser homosexual... en el fondo de tu corazón lo que más vibra es Dios. Ante todo, eres musulmán.

--Entonces, ¿qué es yihad?
--Yihad es esfuerzo. Pero hay varias yihads. Hay una yihad defensiva que es obligatoria, ordenada por Dios y escrita en el Corán.

--¿En qué consiste?
--En que, por ejemplo, cuando una musulmana ha sido violada, aunque sea en la otra punta del mundo, todos los musulmanes capaces de llevar un arma están obligados a luchar y morir hasta que esa injusticia sea reparada. Occidente dice que los que hacen eso son de Al Qaeda. No. Lo que han hecho está escrito en el Corán, que dice que es obligatorio aterrorizar al enemigo para devolver la dignidad a la umma, la comunidad musulmana.

--¿Cómo era la vida en el campo de entrenamiento en Afganistán?
--Fantástica. Fue la mejor etapa de mi vida. Ya sé que es difícil de creer. Pero mire los vídeos que hay en internet con imágenes de los mártires antes de lanzarse a la misión. ¡Todos sonríen! Parece que les haya tocado un millón de dólares. Son felices porque creen que lo que van a hacer lo dice el Corán, que ese libro es la palabra de Dios y que Dios es más importante que nada en el mundo. Más que sus hijos. Y eso lo piensan todos los musulmanes. No solo el que combate, sino también el que vende droga en Madrid.

--¿De qué hablaban en el campo?
--Hablábamos mucho del martirio y de los errores que podían hacer que un suicida no fuera al paraíso. Si piensas que, por hacer ese ataque, se va a glorificar tu nombre, ya no vas al paraíso; si piensas que, por suicidarte, tu familia va a recibir dinero, ya no vas al paraíso.

--¿Por qué dice que la vida en esos campos era fantástica?
--Porque allí no había ovejas negras, nadie era marginado o despreciado. En todos los ámbitos de nuestra vida, siempre hay una o dos personas de las que pensamos que no van a estar a la altura. Eso no pasa en los campos de Al Qaeda. Allí nadie era tratado de incapaz. Solo estar allí, su fe y su aceptación a hacer lo que Dios esperaba de ellos, eliminaba los calificativos negativos.

--¿Cómo era el entrenamiento?
--Nunca sabías cuándo te ibas a levantar, pero seguro que era mucho antes del alba. Muchas veces nos levantábamos después de dormir solo 50 minutos y te hacían correr descalzo. Nada de zapatos. Solo la camisa y los pantalones. Muchos no llevaban calzoncillos, pues no es una prenda islámica. Entonces corrías siete kilómetros descalzo por la montaña, sobre las piedras. Y las piedras de Afganistán son terribles. Te hacen cortes profundos.

--¿Por qué tanta dureza?
--El entrenamiento nos mostraba que el cuerpo humano no necesita ningún accesorio para adaptarse a cualquier situación. Había días en que el entrenamiento consistía en escalar, saltar, correr hacia abajo por pendientes cargado con 25 kilos. Te caías. Te herías. Era durísimo. Todo estaba hecho para matar tus deseos. Tus deseos se concentraban en uno: expulsar a los enemigos de las tierras del islam. Adaptaban tu ser a la esencia del muyahidín. En la vida normal, están los amigos, las chicas, el trabajo. Allí solo había un objetivo: reinstalar el califato en la tierra del islam.

--¿Qué técnicas les enseñaban?
--Cómo asaltar una casa, cómo fabricar todo tipo explosivos (en el libro asegura que le explicaron cómo hacer un explosivo con la orina), cómo llevar a cabo un secuestro, cómo calcular matemáticamente el disparo de un proyectil. Vi gente que no sabía ni escribir su nombre pero que eran capaces de hacer fórmulas complejísimas para calcular el tiro de un mortero.

--¿Cómo definiría militarmente a quien sale de esos campos?
--No hay ni una sola fuerza especial en el mundo, ni siquiera los boinas verdes de EEUU, que reciba un mejor entrenamiento que los muyahidines. Cuando al combatiente que entrenas está dispuesto a morir, la variedad de tácticas armadas que puedes enseñarle es casi infinita.

--¿Qué es lo primero que hace al salir de los campos?
--Su primera intención, antes de actuar, es ir a su país y transmitir lo que saben a otros compañeros.



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