La coca y los otros dineros de las FARC



22 de Abril de 2008 David Beriain



"Aquí, ahí donde estás tú sentado, tuve al jefe de seguridad de una empresa española. Era un militar retirado, capitán, creo. Nos contribuían con medio millón de dólares al año. Al final hasta entablamos una buena relación. Le dije en broma que, como era español, debería venir un día hasta nuestro campamento en la selva, y hacernos una paella. Y el hombre vino con su paellera andando varios días y nos hizo la paella para todos los guerrilleros".

Pastor Alape, el líder de las FARC en el Magdalena Medio, está sentado bajo la carpa que le sirve de oficina. El Windows Vista de su ordenador portátil chino le está dando problemas. Le saltan las peticiones de actualización a cada momento y aquí en la selva no tiene Internet al que conectarse. "La verdad es que nosotros, como revolucionarios que somos, deberíamos apostar por el Linux. Estamos en eso", dice. Teclea con dificultad por el temblor que sufre en sus manos, mientras hablamos de las fuentes de financiación de las FARC y de este Bloque en particular.

Le pregunto por el nombre de esa empresa española y se resiste a darlo. "Sólo te diré que la relación con ellos era buena y que cuando terminaron su trabajo aquí aún nos mandaron otro envío más de medio millón de dólares. La verdad es que nosotros ni lo esperábamos porque ya se habían ido a España, pero tuvieron ese detalle".

La conversación se interrumpe cada vez que llega alguna de las guerrilleras que se ocupan de la radio. Traen las novedades de los frentes de vanguardia, allí donde realmente se está peleando la guerra. Alape reparte órdenes al oído.

"¿Secuestros? -pregunta cuando vuelve a centrar la atención en la charla-. Aquí no los estamos haciendo. Me complican demasiado la logística. Tengo que destinar a muchos guerrilleros a custodiarlos y además no es bueno para la moral de los hombres. Además, no me hace falta. La amenaza de la fuerza es más efectiva y las multinacionales pasan por aquí antes de que las cosas lleguen a ese punto. Esa es nuestra principal fuente de financiación. Todos pagan, como esa empresa española. Todos. Hasta esas multinacionales norteamericanas que nos llaman terroristas y que dicen que nunca negociarían con un grupo como el nuestro. Hasta esas que operan en Irak y están acostumbradas a trabajar en zonas de conflicto. Al final pagan porque no quieren arriesgarse. Si estuviéramos tan débiles como dicen, ¿crees que pagarían?".

Fuera de los campamentos de las FARC, en la clandestinidad de un bar de Bogotá, entrevistamos a un comandante de la otra guerrilla colombiana, el ELN. Él conocía bien la zona en la que opera Alape porque allí sus hombres son también muy fuertes. De hecho, los dos grupos, aunque próximos en su pensamiento, han combatido a muerte en los últimos meses por el control de territorios. Ese comandante relativizó el optimismo de su homólogo de las FARC respecto a la financiación y a su poder para extorsionar a las empresas.

"Lo cierto es que las cosas cada vez están más duras para nosotros y para las FARC porque las empresas no pagan tanto como antes. Se sienten más seguras, falsamente seguras. Los que están en las ciudades ya no pagan porque creen que el Estado los puede proteger de nosotros. Los que siguen pagando son los que tienen que meterse en la selva para hacer su trabajo, como las compañías mineras o los que hacen perforaciones", cuenta.

"Impuestos"

¿Y la coca? Alape jura y perjura que en el Magdalena Medio sus hombres sólo se dedican a cobrar un impuesto a quienes compran la pasta de coca y también a quienes la convierten en cocaína. No ocurre lo mismo en los frentes oriental y sur, donde, según cuentan, los guerrilleros controlan todo el proceso. Es la naturaleza de las FARC, una guerrilla que hoy por hoy está tan descentralizada que sus realidades cambian diametralmente de un bloque a otro.

"En este bloque la coca nos supone un 10% de los ingresos, más o menos. Claro que si lo medimos en apoyo popular es mucho más. Porque la gente nos apoya cuando defendemos sus cultivos de coca. Si no lo hiciéramos nos echarían de sus zonas", dice. Lo que hemos podido averiguar fuera de aquí es que lo que afirma Alape respecto a su bloque es relativamente cierto. No controlan la producción, pero sí cobran derechos de paso a los traficantes que vienen a la zona.

¿Y el resto del dinero, de dónde lo sacan? "Inversiones. Oro, por ejemplo. Esta es una zona rica en oro. Se lo compramos a los mineros de la zona y lo enterramos hasta que sube el precio, después lo vendemos. Y ahí le sacamos un buen beneficio".

Otra de las guerrilleras vuelve a aparecer. Alape se disculpa y camina hacia la radio, disimulando el cojeo de su pata chula. Uno de sus frentes lo solicita. Han chocado con el Ejército.

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